¿Estás triste? Publicas una canción melancólica en tu muro. ¿Te levantas eufórico? No paras de comentar en las fotos de la tarde anterior con tus amigos. ¿Enfadado por la situación económica? Lanzas tu rabia a través de las redes sociales, esperando debatir con tus conocidos en Facebook, la red social que ha superado los 1.350 millones de usuarios activos.
Lo que probablemente no piensas es que detrás de estos mensajes existe una gran investigación. Y es que lo que publicamos en nuestros muros de Facebook puede ayudar a los científicos a adivinar nuestro estado de ánimo.
Una aplicación desarrollada ahora por especialistas en lenguajes y sistemas informáticos de la Universidad Autónoma de Madrid ha conseguido desentrañar nuestras emociones mediante un simple análisis de los mensajes que escribimos en esta red social.
El uso de las redes sociales, además de revolucionar la forma en la que nos comunicamos, también se ha convertido en una potente herramienta de análisis de nuestro comportamiento. Hay quien dice que plataformas como Facebook se han convertido en una ‘mina de oro’ para compañías especializadas en marketing y publicidad.
El objetivo de los investigadores de la UAM, sin embargo, poco o nada tiene que ver con un posible perjuicio a nuestra privacidad personal. La finalidad de la aplicaciónSentBuck es realmente curiosa: mejorar la educación online para que el profesorado pueda interactuar y entender mejor a sus estudiantes, tal y como ocurre en las clases presenciales cuando se mira la cara de los alumnos.
SentBuck es una aplicación externa a Facebook, cuenta Álvaro Ortigosa a la Agencia SINC, que tras el consentimiento del propio usuario, puede analizar sus mensajes y calcular su estado anímico. Por increíble que parezca, la herramienta consigue saber si hemos tenido un mal día, clasificando la carga emocional de nuestras publicaciones mediante el análisis del lenguaje natural.
Gracias a sistemas como SentBuck, la educación online podría irse adaptando en función de la situación del alumnado. Y es que cuando asistimos a clases presenciales, es mucho más fácil que un profesor pueda motivar o cambiar su táctica docente si ve que sus estudiantes se muestran aburridos o confusos, algo mucho más difícil de hacer en la enseñanza no presencial.
La aplicación usa un algoritmo que funciona de manera no intrusiva, según Ortigosa. Sus usos podrían extenderse más allá del sistema educativo, ya que el director del Centro Nacional de Excelencia en Ciberseguridad de la UAM explica que están estudiando su utilización para monitorizar a pacientes enfermos para así mejorar su seguimiento a través de la red. ¿Quién nos iba a decir que a través de algoritmos diseñados para Facebook podríamos mejorar la enseñanza o el cuidado de nuestra salud?
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